MI ESTRCTURA ÉTICA

 

La esencia de mi estructura ética se basa en la buena voluntad de ayudar a otros y en mi compromiso de aconsejar a las personas en momentos difíciles, promoviendo la calma en situaciones de crisis. Este enfoque no solo refleja mi deseo de ser un apoyo genuino, sino que también resalta mi resiliencia en momentos adversos. Sin embargo, reconozco que mi necedad en ciertos aspectos de la vida y mi falta de confianza en situaciones donde no tengo todas las respuestas son áreas que debo mejorar.

El manifiesto de mis acciones cotidianas comienza con el trato hacia los demás, que es un verdadero reflejo de mi ética. En este contexto, el respeto y la empatía son fundamentales, ya que muestran mi compromiso con los derechos individuales de cada persona. Por ejemplo, trato de escuchar activamente a mis amigos y ser solidario ante sus necesidades. Valoro a las personas por su naturaleza y no como un medio para satisfacer mis intereses personales.

Me esfuerzo por actuar con integridad, incluso cuando las circunstancias son desfavorables. En discusiones familiares, aunque pueda tener razón en algunos puntos, entiendo que es vital mantener un nivel de respeto. A veces, las emociones pueden complicar la comunicación, y mi objetivo es encontrar una manera de expresar mis sentimientos sin perder de vista la importancia del respeto mutuo.

La honestidad es un principio fundamental que guía mis acciones. Aunque a veces decir la verdad puede no ser cómodo ni agradable para la otra persona, prefiero mantener mis principios y ser sincero, siempre que se haga con respeto. No deseo caer en la hipocresía o en las falacias, pues creo firmemente en la importancia de abordar las situaciones con transparencia.

Finalmente, pienso que la ética no es solo un conjunto de principios, sino algo que se vive y manifiesta en cada interacción diaria. Es indispensable analizar no solo mis acciones, sino también las de los demás, evitando juzgar sin conocer su situación. Cada persona forma su ética a partir de sus experiencias, y si tengo la oportunidad de ayudar a alguien a reflexionar sobre sus acciones desde mi punto de vista ético, estaré cumpliendo con mi deber. La reflexión sobre nuestras decisiones y las consecuencias que estas generan son fundamentales para nuestro crecimiento ético y personal.


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